El investigador y escritor Mariano Dorr aborda las prácticas de lectura de Marx y vuelve sobre los clásicos que tanto conmovieron al filósofo y a los que solía citar en sus manuscritos y cartas: Shakespeare, Goethe, Balzac, en la primera línea. Y también ofrece una mirada sobre autores contemporáneos para verificar la persistencia del materialismo histórico y la idea de que lo revulsivo de la literatura consiste en su permanente cuestionamiento de las instituciones.
El marxismo literario contemporáneo es perseguido hoy (como ayer) en nombre de las leyes que protegen la propiedad intelectual. Allí donde el plagio es disfrazado y alevoso; no hay nada que agregar. Pero cuando la literatura se anima a meterse consigo misma hasta convertirse en una herramienta o un arma para el combate estético-político; la propiedad intelectual (en su interpretación moralista) anuncia su abolición. Este hecho revolucionario; la escritura como injerto para la proliferación intertextual (que Borges pregonó) es la letra comunitaria de un porvenir en favor de la emancipación y la diseminación de las voces que comprometen una literatura.